Tinta sobre papel albanene
2011
Larry Welz es el autor de la serie de comics Cherry, una tira de corte pornográfico activa principalmente en los años ochenta y noventa. En su dibujo, los fluidos son uno de los aspectos más interesantes de su trabajo. Son abundantes, exagerados y dinámicos. Estas representaciones quasi esquemáticas de fluidos (semen, saliva, sudor) representan la verdadera energía contenida en el comic, más allá de los rebuscados dibujos de escenas sexuales. En su trazo simple y ridículamente honesto, denotan el verdadero cauce de la energía del trabajo de Welz.
Gabriel Vargas es el autor de La Familia Burrón, comic mexicano que narra las peripecias de una familia de la clase baja mexicana de la segunda mitad del siglo XX. De una violencia tremenda, el dibujo de Vargas, reducido y duro, cuenta con un catálogo de expresiones faciales ridículamente limitado. Los diálogos más amargos o rencorosos están enmarcados siempre por la misma sonrisa socarrona de sus personajes. No hay verdaderos despliegues de violencia explosiva, sólo una violencia contenida a lo largo de toda la tira en una extraña relación entre forma y contenido que no terminan de corresponderse, de ahí la violencia de su trabajo. Noté que Vargas acostumbraba dibujar muchísimas nubes para denotar humo de cigarro o automóviles así como polvo levantado del suelo con el trajín diario. Me pareció, de inmediato, que estas nubes eran los nodos de energía del comic, que su energía no explotaba, sino que se repartía equitativamente a través de los cientos de nubes en las páginas. Estas nubes hablan de hábitos de la pobreza (el cigarro), males de la urbe (automóviles) y de la vida diaria (polvo) y rituales domésticos (el vapor de la comida en la cocina). Pensé que eran la mejor ilustración de la constricción de la clase media-baja en la que vivían sus personajes.
Al examinar ambos elementos gráficos en términos formales, me llamó la atención que aunque Welz desborda energía en sus dibujos, estos fluidos están colocados ordenadamente a lo largo de todos sus libros. A pesar de su aspecto aparentemente explosivo, no es tal, sino que equilibran el espacio de la composición. Por el otro lado, al contrario, mientras que conceptualmente las nubes de Vargas hablan de un equilibrio (frenético pero equilibrio a fin de cuentas), al aparecer repetidamente se vuelven obsesivas, insistentes, terminan por polarizar la composición.
Estas dos fuerzas, el orden formal de Welz a través de motivos explosivos y el atiborramiento insistente a través de motivos simples como es el polvo o humo, me pareció ser una buena manifestación de una idea formal y conceptual de composición en la que me he interesado en los últimos años: una tensión entre pulsiones, equilibrio frenético y constricción.