Método de rastreo y mapeo
Mapas recolectados (grafito, tinta, bolígrafo, marcador y collage sobre papel), cinta adhesiva y marcador sobre muro.
2007-2009

Instalado en EstacionArte 09, Muestra itinerante de Arte Contemporáneo, Parque Lincoln, Polanco, Ciudad de México




En Método de rastreo y mapeo me interesa cómo pueden entremezclarse dos partes diametralmente opuestas (y necesarias entre sí) que conviven en el mismo plano: el de la experiencia personal y el de un análisis y/o un acto de memoria. La memoria como una zona teórica es el mapa, la construcción de una representación de un recorrido o un lugar (el cual irremediablemente se construye a partir de desplazamientos, personales o colectivos, reales o imaginarios). Y por el otro lado, la zona de experiencia real (estar en el lugar, caminarlo, construirlo, transitar en él), hacer que el mapa se extienda al suelo y se vuelva real, en una escala 1:1.





Me interesa “mezclar” estas dos esferas con medios que, precisamente, funcionan en ambos campos al mismo tiempo: los mapas personales o croquis. Existe una relación extraña entre el mapa (más basado, precisamente, en la práctica y la necesidad) y los desplazamientos. La ubicación y la orientación de uno en una ciudad suele construirse tanto por la lectura del plano como por la caminata y la experiencia. Se necesitan ambos, mapa y experiencia real, para ubicarse en el espacio que uno habita. Y es el mismo espacio que se recorre, el mapa nunca es estático. Cuando parto del uso de mapas, estos siempre se construyen a partir de un recorrido que posteriormente se registra como un dibujo o un condensado de acciones (una serie de instrucciones, incluso). No hablo del recorrido diario, no me interesa sublimar la experiencia urbana ni sus variantes o cualquier elemento que pueda particularizar o anecdotizar el espacio, porque no me interesa el lugar, la arquitectura, la gente o el clima, sino la acción de caminar y recordar y construir. Suelo ejecutar caminatas de varias horas, al regresar a casa, trazo cada movimiento. Este momento, en el que debo reelaborar cada uno de mis pasos de memoria, es decisivo. Este acto es el acto de mapeo. Me interesa no como un ejercicio de prestidigitación, de mnemotecnia, sino como otra posibilidad de experimentar ese recorrido, recordándolo.




En su texto Funes el Memorioso, Borges cuenta la historia de un sujeto que adquiere una memoria infalible, y explica cómo podía reconstruir un día entero, pero también comenta que dicha reconstrucción tomaba todo un día entero. Recordar es una experiencia también. Cuando regreso a reelaborar mi recorrido, esta experiencia es más fuerte para mí que la experiencia física misma. El acto de caminar, aunque un acto necesariamente muscular, es también un acto de memoria, y con esto, necesariamente de autoconciencia. Elaborar un mapa de memoria implica insertarse en un flujo de experiencia al que no puedes acceder sólo caminando, requiere de una activación, no es un objeto o acción distintos, es un estado mental y aunque en el plano de los objetos, las obras, se llega a un objeto que no es radicalmente distinto, como es un mapa en una hoja de papel, sí se tiene una carga que reconfigura todo ese espacio representado, que denota la experiencia que lo construyó.


A varios amigos y conocidos les pedí que elaboraran un croquis de su casa, es decir, de su barrio o del sitio donde pasaban más tiempo y que fuera más significativo para ellos. El único requisito era que se hiciera a mano y de memoria. La recolección arroja dos tipos básicos de dibujos: los que elaboraron un registro detallado de calles, puntos de referencia y ubicaciones, y aquellos que, más bien, tratan de ser una especie de guía para llegar a un punto específico, con direcciones y vueltas.





Estos mapas personales o 'croquis', más que ser un registro de lugares reales y accesibles, son una muestra de la manera en que otras personas se ubican en su territorio. En este caso, me interesa que la ecuación se desarrolla en otro sentido: la experiencia personal de los colaboradores no me llega. Lo único que tengo son construcciones de sitios que, personal y territorialmente hablando, no me pertenecen. La referencia de las zonas geográficas que tengo a partir de estos croquis tiene, necesariamente, un sentido más personal que práctico del territorio. Son construcciones propias, no funcionan como un mapa solamente. Es la representación de un territorio abarcado, pero no por eso necesariamente utilizable. Se vive o pasa tiempo en el espacio, uno se extiende sobre él, se genera una memoria y se construye un territorio personal. Unir zonas personales no es unir lugares sino nombres propios, personas. No funciona como un mapa colectivo, señala demasiados puntos o a ninguno. La manera en que podrían unirse no ha de ser por el pretexto geográfico sino por mi relación y memoria de, con y hacia esas personas.




La pieza consiste en la disposición de todos estos mapas en un orden que rebasa la necesidad de ubicación geográfica para dar lugar a una lectura, personal aún, pero mía esta vez; genero un mapa nuevo entre y a partir de los mapas de otras personas. Ése es mi “acto de memoria” y mi “experiencia” al entrar en terreno ajeno, no abarca territorios o lugares realmente, sino la manera en que me comunico y recuerdo a otras personas o las relaciones entre ellas. La cartografía que se genera es una especie de anotación al margen. Escribo entre estos mapas, los relaciono por medio de líneas, los dispongo más por las relaciones entre personas, pero todo esto a partir de mí. Es como un ordenamiento personal de mis relaciones (y memoria de cómo se han dado) con mis amigos y conocidos, un poco como una serie de desfases de los sitios a los que se refieren, pero manteniendo la responsabilidad de cohesionarlos precisamente por mi memoria y no por el lugar. Es una construcción y una lectura sumamente herméticas, pero al final se obtiene una nueva cartografía. 




¿Qué implica un ‘mapa colectivo’? El objetivo de esta pieza es, un poco, tratar de ampliar esta pregunta, al mismo tiempo que generar una especie de ‘poética’ de un mapa inútil que sólo sirve para localizarme a mí dentro y entre las personas que hicieron los mapas, pero que contiene la posibilidad de localizar a quien lo consulte, que se identifique e, incluso, pueda desplazarse en esta nueva cartografía personal y construir un territorio nuevo sobre el cual moverse y reconfigurar el suyo. Territorio y memoria y futuras experiencias.