Bolígrafo sobre pasaporte encontrado
2009
En el año 2006 encontré un pasaporte venezolano, expedido en el año 2000, que pertenecía o perteneció a A.E.L.A., nacido en 1971 en Punto Fijo, Estado Falcón, Venezuela. Su pasaporte registra su paso por 5 diferentes Aeropuertos: el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar y el Aeropuerto Josefa Camejo, ambos en Venezuela; el Aeropuerto Madrid Barajas, España; el Miami International Airport, Estados Unidos; y el Aeropuerto Internacional Benito Juárez, Ciudad de México. El pasaporte presenta sellos de ANULADO y en la parte donde pregunta a quién avisar en caso de accidente, dice "sin familiares". El último sello del pasaporte es de poco más de un año antes de cuando lo encontré, que es cuando venció.
Más allá de la imposible anécdota que pudiera haber detrás del pasaporte de A.E.L.A., lo que me llama la atención de este documento es que lo único que contiene son sellos de los aeropuertos u oficinas en las que estuvo su propietario. Un pasaporte no sólo es un documento de identificación, también lleva un registro de los lugares por los que se pasa. Este dato es menos romántico de lo que pudiera parecer: no sabemos nada de los sitios en los que se estuvo, sólo se tiene el sello de rigor del aeropuerto por el que entró al país. Cualquier historia que se quiera tejer alrededor de los viajes que realizó A.E.L.A tendrá como escenarios, forzosamente, unos cuantos sitios públicos.
Decidí buscar estos escenarios. Recolecté fotos de los lugares en donde forzosamente tuvo que haber pasado. No sólo aeropuertos, también los sitios en donde tuvo que hacer trámites, como la Oficina Nacional de Identificación de Punto Fijo, la Embajada de Estados Unidos en Caracas, e incluso el único sitio marcado en su visa del que se tiene relativa certeza que estuvo: en un seminario de ventas en Kuehne & Nagel, Miami Florida.
En esta intervención sobre el pasaporte extraviado (un documento en el que sólo las autoridades pueden dejar registro) el dibujo de aeropuertos y oficinas puede leerse como un pequeño homenaje de los sitios por los que pasó A.E.L.A. La memoria también es falsa (las fotos no fueron tomadas en sus viajes), pero no pretende pasar por verdadera, sino acompañar o incluso ilustrar los pálidos registros oficiales de sus viajes. No obstante, entre los sellos y los dibujos se alza un leve desfase que puede generar narrativas, cosa que en esta obra me gusta ver como una nueva memoria.